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Perfección o Armonía

Dependiendo de tu religión, moral o civismo particular, tienes una idea impuesta externamente de cómo debe verse la perfección y si no está a la altura de eso, significa que está fallando. 

Por ejemplo, si usas frases como «Así son las cosas», «Las cosas son como son», «Esto no debería ser así», o viene una y otra vez a tu mente una comparación de los hechos y las cosas con cómo deberían ser las cosas, si no concuerdan con tu idea de la perfección, concluyes que algo anda mal, y si eres tú quien no concuerda con tus propios estandares aprendidos, sientes que estás fallando. 

Si crees y practicas el enfoque positivo o la ley de atracción y no eres un millonario todavía, ni tienes el socio perfecto, ni la mejor carrera posible, ni maravillosos amigos y salud perfecta, ni tampoco estás viviendo el amor incondicional, ni conduces tu nuevo Ferrari por la autopista con una actitud de pensamiento positivo progresista, se diría que algo anda mal contigo. 

¡La verdad es que no hay nada malo contigo. No estás fallando! Es sólo que el ego ha secuestrado secretamente tus aspiraciones. El ego es el único que se ocupa de lo correcto frente a lo incorrecto, lo bueno frente a lo malo y lo fallido frente al éxito.

Y la verdad más profunda es que tu todavía puedes estar desesperadamente tratando de obtener aceptación y amor por ser una persona correcta, buena y exitosa. 


Así que ámate a tí mismo y dirige tu atención a una esfera superior al sí mismo. Ten compasión y cariño afectuoso por el aspecto del ego que está tan desesperado por obtener amor y aceptación: este aspecto está utilizando la “perfección” y las ideas de lo «positivo a la fuerza» para encajar, por una parte y presionar al resto para acomodarlo en ese mismo molde, por la otra.

Date cuenta de que puedes estar lidiando contigo mismo de la misma manera que los adultos en tu infancia lo hacían. Estás aplicando modelos ilusorios y supuestos de perfección para creer una auto imagen de alguien aceptable, correcto y amable.

Piensa un momento en lo que realmente esperas de ti mismo y sé honesto/a acerca de ello. Reconoce la presión que te estás imponiendo y la carga que le impones a la realidad. ¿Qué tal si entendemos la perfección mejor como armonía?