La glorificación de la técnica y la razón, inducidas por la cultura científica y académica de los últimos siglos, han hecho que la capacidad para inspirarse o ser creativo se encuentre relegada a los laboratorios o talleres, dándole la importancia a las características externas que intervienen en la creación de inventos u obras y al análisis e interpretación que realice nuestra mente de ellos.
Sin embargo, revelaciones científicas, como las descritas en el artículo: Nuestro corazón también «piensa», están demostrando que podemos tener una mayor inspiración y creatividad utilizando otras partes diferentes a nuestro cerebro, conectándonos con las profundidades de nuestro ser y de nuestro corazón, mediante el silencio interior o estados denominados de “no mente”. Es allí, donde los factores externos dejan de cobrar tanta importancia, y los internos, los relacionados con la quietud de la mente o con la llamada “nada”, se convierten en prioritarios.
Al ver el ejemplo de los músicos más reconocidos de la historia, como Beethoven, Mozart, Bach, Chopin, Handel, Liszt, entre otros, cada uno de ellos fue aclamado en su época principalmente por sus capacidades para tocar instrumentos de manera improvisada , desde la nada. No tenían que utilizar su mente para producir estas grandes improvisaciones, algunas convertidas en sinfonías, más allá de tener que recordarlas y transcribirlas.
La historia ha olvidado cómo estos grandes personajes desarrollaron su potencial, pues no hubo investigaciones científicas que estudiaran la manera como surgieron sus creaciones.
¿Qué hicieron estos pocos y grandes músicos para desarrollar sus obras majestuosas que aún hoy son más elogiadas que cualquier otra obra compuesta en tiempos modernos? ¿Por qué parece que hubiera desaparecido esta gran capacidad de inspiración y creatividad de la humanidad?
Se conectaron con algo más allá de la mente, muy seguramente con algo más cercano a su corazón o a lo que algunos llamarían su espíritu o alma.
La música y el arte en general, ayuda a mantener nuestra atención fluyendo desde el silencio del corazón, experimentando sólo el presente, para que despierte más vívidamente nuestro ser interior. Estudios recientes sugieren que la improvisación musical es capaz de desbloquear una creatividad sorprendente . Además, debido al poder de conectarnos con la esencia de nuestro ser está siendo cada vez más utilizada en múltiples tratamientos médicos.
De muchas maneras el mundo está llamándonos la atención para que observamos más nuestro mundo interior antes que el exterior.
Desafortunadamente, hemos sido entrenados culturalmente para mirar sólo las atracciones del mundo y habituar nuestra mente a pensar desenfrenadamente, sin permitirle a nuestro corazón expresarse a partir del silencio.
¿Acaso estamos reencontrando en el silencio interior el camino para hallar nuestras potencialidades adormecidas, las cuales han sido opacadas por las conexiones de nuestro cerebro con la racionalidad y el mundo exterior?
Es en este silencio donde hallamos felicidades más permanentes, pues las que surgen del deleite de nuestros sentidos con el mundo exterior, son sólo temporales.