¿Cómo puede alguien en medio de sus actividades rutinarias recordar que es un humano, un individuo fragmentado, al que le ha sido otorgada una oportunidad de integración psíquica y espiritual?
A medida que el ser humano se desarrolla desde el plano sensorial hacia el espiritual poco a poco va aprendiendo a ver más allá de las esperanzas y desilusiones, el dolor y temor, el anhelo de amor y miedo a la nada… y se da cuenta que lo que vivimos es relativo y temporal, siendo todo un efecto proveniente de una causa invisible desconocida.
Cuando nuestro conocimiento supera aquella esfera de la dualidad mental, ya no nos engañan las ilusiones pasajeras de nuestros sentidos. Aunque todavía estemos viviendo en medio de estas ilusiones, sabemos que igual que vienen se van; y vamos desarrollando aguante y resiliencia.
En una partida de naipes, por ejemplo, a cada jugador le toca arreglárselas con las cartas que le llegan. Si el jugador no ha desarrollado inteligencia emocional, protestará y se quejará si no le tocan cartas buenas, culpando a su suerte y su destino. En caso de no estar dominado por las emociones, tomará las cosas con calma, consciente de la transitoriedad del juego.
Si se exprime una naranja, sale jugo porque eso es lo que hay dentro. ¿Qué sale de usted cuando le presionan los acontecimientos externos? ¿Se vuelve paranoico y encerrado en sí mismo (miedo)? ¿Empieza a gritarle a la gente (ira)? ¿Se pone a la defensiva (orgullo)?
Gary Zukav señala en The Dancing Wu Li Masters: El mundo subatómico es una danza continua de creación y aniquilación, de la masa transformándose en energía y la energía pasando a ser masa. Formas transitorias brillan entrando y saliendo de la existencia, generando continuamente una realidad cambiante, siempre acabada de crear.
Podemos ver que a lo largo de nuestra vida las apariencias, circunstancias y situaciones han venido cambiando. Nuestra comprensión y habilidad de manejo también se ha modificado. Es como si la vida transcurriera reflejada en una pantalla que representa el darnos cuenta. El consciente registra en la mente lo que va pasando en el entorno y en nuestro interior, mientras estamos despiertos, y también registra los sueños que tenemos dormidos y recordamos.
La mente recibe incesantemente registros de lo transitorio y lo temporal. Estas impresiones ocasionan un sentimiento de descontento y desarraigo, puesto que lo contrario sería la satisfacción de estar construyendo sobre el terreno firme de lo permanente e incambiable.