En todo el universo, en cada átomo de la creación, en el interior de todo ser humano, hay por naturaleza música reverberando.

Hoy son más los músicos profesionales reconocidos que distinguen la diferencia entre la música producida por el universo, a la cual el artista se conecta y produce melodías espontáneas, y la música que es enseñada para reproducir o interpretar. El legendario artista Vangelis destaca la escasa importancia que se le da hoy a la música que resuena en el universo, de la cual han surgido las más grandiosas obras, por atender principalmente la música enseñada en la escuela tradicional y basada en la repetición, no en la espontaneidad.

En cada uno de nosotros vibra la música del universo. Tenemos la capacidad de ser canales o instrumentos de la creación, a través de los cuales pueden manifestarse melodías únicas y maravillosas. Cada una surge al entregarse a la experiencia musical desde el corazón, desde el alma, o desde cualquier estado más allá de la mente; surge de manera improvisada y con características diferentes de acuerdo a la historia de vida de cada persona.

Para aprender a desarrollar estas cualidades innatas en todo ser humano, requerimos darnos cuenta de la realidad y de lo que somos, aprendiendo a desenmascarar las programaciones culturales. Al retirar nuestras personalidades postizas que promueven mentes mecánicas y repetitivas, podemos encontrar la conexión interna con nuestro ser: la originalidad, la transparencia y la coherencia del existir. Al dejar a un lado nuestra mente cuadriculada y técnica, descubrimos múltiples maneras de expresar la creatividad, siendo canales capaces de interpretar las manifestaciones sutiles del universo exterior y del universo interior.