En el sentido más puro de la palabra la improvisación consiste en crear algo de la nada.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua la improvisación es “hacer algo de pronto, sin estudio ni preparación”[1]; y el adverbio improvisadamente, significa “sin prevención ni previsión.”[2] Sin embargo, es muy normal que la improvisación esté influida por el desarrollo personal que hayamos tenido a lo largo de la vida, la música que hayamos escuchado y, por supuesto, por los conocimientos musicales que poseamos. Pero la improvisación más puramente concebida proviene de una creatividad no condicionada por los conocimientos.
Si no hemos estudiado música, estaríamos frente a una oportunidad para empezar a aprenderla con mayor facilidad, en menos tiempo y de forma que sea altamente gratificante. Si hemos estudiado música, también sería una oportunidad al aprender a sacarle provecho a los conocimientos y destrezas previas sin que limiten la libertad de movimientos propia de la improvisación. De cualquier manera, al momento de tocar el instrumento, entre menos contenidos tenga la mente, que quizás podríamos llamar impurezas, más puro puede ser el arte que emana de las manos de un improvisador.
Deja el actuar de tus manos a cargo de la nada.
Si bien tu bagaje musical y tu personalidad influyen en el estilo musical que desarrolles, al improvisar puedes desconectarte por completo de tu mente y conectarte a un estado de quietud y paz mental del cual surgen movimientos y cambios en tu manera de tocar que, escuchándolos bien y dejándote llevar, pueden ayudarte a crear sensaciones muy placenteras al oído.
Así es como puedes entrar en un estado de creatividad continua que resulta en hermosas e inagotables composiciones. La improvisación en el sentido más profundo de la palabra es una de las expresiones artísticas más naturales y puras que existen.
[1] Real Academia Española: Diccionario de la lengua española. Voz Improvisar. Madrid: Calpe, 21ª edición. 1992.
[2] Ibidem. Voz Improvisadamente.