Para improvisar requiero conocer mejor mis recursos personales internos, como la mente, la persona, la personalidad, la originalidad, la forma como funcionan y como me permiten superar limitaciones; éste es un derecho que tenemos todos de nacimiento. Al saber más sobre cómo pienso y actúo me desarrollo más integralmente y creo las posibilidades de actuar con mayor claridad y originalidad. Una consecuencia es el equilibrio emocional y un sentido más amplio de la vida, que me ayuda a mantenerme vivo no como autómata sino de forma constructiva y creativa. De hecho, empiezo a actuar de formas más conscientes. Comienzo a percibir una conciencia más sutil desde la cual surgen expresiones auténticas. Esta actitud conduce a que pueda improvisar con mayor facilidad.
Al centrar mi atención en mi conciencia más sutil tengo la posibilidad de que mi arte improvisativo sea más puro
A medida que me conozco mejor como persona y como artista llego a un punto en donde descubro que detrás de las características superficiales de la personalidad, una dimensión del Ser más interna, amplia y profunda está esperando emerger. Es el consciente, o Yo sutil, capaz de observar el caleidoscopio siempre cambiante del mundo y la naturaleza y desde donde puedo expresarme de maneras más libres, auténticas o puras.
Así poco me hayan sido enseñadas en la infancia, puedo improvisar mejor si desarrollo mis habilidades blandas, tales como automotivación, autocontrol, conciencia emocional, resiliencia, comunicación o toma de decisiones.
Encuentra en esta página web herramientas y vínculos aliados que pueden ayudarte a hacerlo de manera efectiva.