Todo anhelo verdadero implica un riesgo. No es posible crecer sin arriesgarse, sin aventurarse. En cada etapa de nuestro crecimiento nos hacemos un poco más fuertes, confiamos más en nosotros mismos. Si bien parece que crecemos paso a paso, cada etapa de nuestro crecimiento no se determina, en realidad, mediante un paso, sino mediante un salto. Es por ello precisamente que arriesgarse inspira tanto temor y que crecer resulta tan doloroso. Como todo riesgo, crecer requiere abandonar algo sin tener la seguridad de que el próximo paso sea mejor. Si el crecimiento fuera gradual, lógico y fácil de predecir, habría muchos menos riesgos, y más personas encontrarían éxito y felicidad en la vida.