«Si queremos aceptar el reto de encontrar respuesta a lo que hay más allá de este mundo, es necesario renunciar a las herramientas mundanas y usar la herramienta de nuestra conciencia.» – Rajinder Singh
El universo vibra. La estructura primordial del universo es sonido y geometría (espirales tetraedos, círculos, fractales, etc). La vibración es entonces una fuerza fundamental del universo. La materia y la energía están en continuo movimiento y vibran con una frecuencia definida formando patrones geométricos de forma y sonido.
La naturaleza tiende a vibrar en armonía (o a buscarla si se producen desequilibrios) desde las partículas más pequeñas e invisibles hasta las más grande. La teoría de cuerdas en física, postula que las partículas materiales aparentemente puntuales son en realidad «estados vibracionales» de un objeto extendido más básico llamado «cuerda» o «filamento». De todas formas, incluso, estas cuerdas son en definitiva energía e información.
La vibración genera todo tipo de ondas que viajan en el espacio. El sonido es vibración. De acuerdo a la enciclopedia, una onda sonora es una onda longitudinal por donde viaja el sonido. Si se propaga en un medio elástico y continuo genera una variación local de presión o densidad, que se transmite en forma de onda esférica periódica o cuasiperiódica.
Vivimos en un universo que vibra, y nosotros vibramos con él, de hecho, somos esta vibración. El cuerpo espiritual corresponde a una vibración sutil y el cuerpo físico a una más grosera, o mejor dicho, menos sutil.
Cuando armonizamos con esta vibración del universo, hay salud y felicidad. Equilibrio. Armonía. Música.
Los pensamientos, las emociones, los sentidos, la actividad celular, el impuso nervioso, el latido cardíaco, la respiración, el movimiento del cuerpo: todas son formas de vibración.
Cada órgano, cada parte del cuerpo, tiene una vibración precisa, un sonido que le corresponde (además de otras formas de vibración, como el color por ejemplo).
Cada parte debe vibrar en armonía, en resonancia con su sonido fundamental, si no, tarde o temprano, se manifestará el desequilibrio y la enfermedad, que como vemos, generalmente empieza en los niveles más sutiles de vibración y luego, cuando no se corrige, aparece el trastorno o el daño en el plano físico. En realidad, las emociones, son la causa fundamental de por que enfermamos.
Los taoístas en la antigua China, descubrieron con la meditación que mediante los sonidos, el ser humano podía tener un manejo de su energía emocional y sus cuerpos sutiles y generar así un estado de equilibrio. De hecho, vinculando cada sonido (seis en total), con un sentido y un órgano vital -pulmones, riñones, hígado, corazón, bazo y triple calentador- los taoístas encontraron la forma de hacer circular la energía vital (Chi) por todo el cuerpo. Según las viejas enseñanzas del taoísmo (en realidad todas las culturas antiguas tienen esta tradición) hay sonidos que curan.
Actualmente, debido a investigaciones, y también a la intuición, se utilizan estas enseñanzas, para la prevención y el tratamiento de numerosas enfermedades.
Creo que la evolución de la medicina, como parte de la evolución misma de la conciencia del ser humano, va en esta dirección. Es decir, hacía formas más sutiles, más espirituales, más humanas y no tan “científicas” de curación.
La vibración de la membrana que delimita las células, la membrana plasmática, produce un tipo de sonido, que puede ser detectado.
Según algunas investigaciones efectuadas en la universidad de California, este sonido es muy agudo y corresponde a una nota “Do” de la escala musical, pero dos octavas por encima del «Do» que está en el centro del piano, mostrando que una célula vibra sumamente rápido. Ensayos posteriores han mostrado que las células suenan diferente según varían sus condiciones, y que incluso pequeños cambios de temperatura hacen que la nota varíe.
Las células enfermas suenan distinto de las sanas. Pero lo que es más importante: nuestras células responden al sonido.
El sonido tiene cuatro cualidades básicas
Que son: la altura o frecuencia, la duración, el timbre o color y la intensidad, fuerza o potencia
Frecuencia es una medida que se utiliza generalmente para indicar el número de repeticiones de cualquier fenómeno o suceso periódico en la unidad de tiempo.
La frecuencia se mide en hercios (Hz). Un hercio es un suceso o fenómeno repetido una vez por segundo. Así, dos hercios son dos sucesos (períodos) por segundo, etc. Esta unidad se llamó originariamente «ciclo por segundo» (cps) y aún se sigue utilizando. Otras unidades para indicar la frecuencia son revoluciones por minuto (rpm) y radianes por segundo (rad/s). Las pulsaciones del corazón y el tempo musical se mide en «pulsos por minuto» (bpm, del inglés beats per minute).
La frecuencia tiene una relación inversa con la longitud de onda. O sea, a mayor frecuencia menor altura de la onda.
El timbre es el matiz característico de un sonido, que puede ser agudo o grave según la altura de la nota.
Los sonidos que escuchamos son complejos, es decir, están compuestos por varias ondas simultáneas, pero que nosotros percibimos como uno. El timbre depende de la cantidad de armónicos que tenga un sonido y de la intensidad de cada uno de ellos. Los armónicos son los que generan el timbre característico de una fuente de sonido (por ejemplo la voz humana, un instrumento musical, etc.). Son los que permiten diferenciar un tipo de instrumento de otro, o reconocer el timbre de la voz de una persona.
Ya vimos que es el sonido, pero, ¿y la música?
El sonido combinado con el silencio crea la música. Sin silencios, no hay música. De hecho el sonido emerge del silencio. Al igual que la forma surge del vacío.
En diversas tradiciones místicas de todo el mundo, incluso en los textos religiosos convencionales, se considera al sonido como el fundamento del mundo físico.
El sonido y la música, además, influyen en el estado de conciencia.
El uso del sonido como catalizador para crear estados de conciencia no ordinarios está muy difundido en todas las culturas tradicionales. Ya desde los primeros estudios antropológicos se conoce el método rítmico percusivo para inducir estados de trance. Los chamanes se han descrito siempre como músicos y bailarines, al igual que el “brujo” de las tribus indígenas de América, que en realidad era el “hombre-medicina” (medicine man).
Existen muchos métodos para alcanzar estos estados y sin duda alguna el sonido y en concreto el sonido rítmico de la percusión es uno de ellos.
De acuerdo a algunos estudios para propiciar un estado mental que ayude a modificar o expandir la conciencia, es necesario escuchar un sonido rítmico de 205 a 220 golpes por minuto. Este ritmo induce al cerebro a producir ondas cerebrales lentas, de entre 7 a 4 ciclos por segundo, o menos.
Para comprender qué ocurre a nivel fisiológico, debemos entender el funcionamiento de la mente humana. El cerebro es capaz de producir cuatro tipos de onda:
Las ondas Beta tienen de 22 a 14 ciclos por segundo. Corresponden al nivel de vigilia, al estado consciente ordinario. Bajo los efectos de estas ondas, el cerebro vive en el marco del tiempo y espacio habituales. Los sentidos físicos están despiertos y la mente actúa con lógica y razonamiento.
Las ondas Alfa tienen de 14 a 7 ciclos por segundo. Se inician en los estados de relajación, meditación o sueño ligero. El cuerpo se calma, disminuye el flujo de pensamientos y la mente entra en un estado de bienestar. Comienza a desaparecer el diálogo interno. En este estado el sentido del tiempo se diluye.
Las ondas Theta tienen de 7 a 4 ciclos por segundo. La mente entra en una relajación profunda. A este estado se le atribuye una gran capacidad de concentración y creatividad. Los límites de la conciencia personal son trascendidos.
Y por último las ondas Delta tienen de 4 a 2 ciclos por segundo. Es el estado propio del sueño profundo.
Hay muchos estudios científicos sobre la relación existente entre el ritmo, la voz y el sonido con respecto a las ondas cerebrales y los estados no ordinarios de conciencia.
El Dr. Mitchell Gaynor (oncólogo norteamericano) ha demostrado que el sonido influye en el proceso de curación alterando las funciones celulares mediante efectos energéticos, que cambian incluso el metabolismo de la célula y su homeostasis, calman la mente y con ello relajan el cuerpo físico. A la vez influye en las emociones, que como ya hemos visto, generan neurotransmisores y neuropéptidos cerebrales que ayudan a regular el sistema inmunitario.
El rol de la música en la curación de enfermedades es innegable
Fabien Maman, investigador y compositor francés, ha explorado y documentado la influencia específica que las ondas sonoras ejercen en las células. Estudió durante varios meses, fotografiando con un microscopio electrónico, el efecto del sonido de baja frecuencia en las células humanas y en células cancerosas y observó durante veinte minutos su reacción ante sonidos emitidos por un gong, un xilófon, una guitarra y la voz humana cantando a capella. El gong, rico en armónicos provocó que las células cancerosas estallaran. Sin embargo, lo más relevante fue que la voz humana desorganizó la estructura celular cancerígena,
Así dedujo que la voz tiene una vibración más poderosa que cualquier instrumento musical y le atribuyó este poder a la conciencia que es capaz de poner el ser humano en ella.
El sonido es una onda portadora de conciencia, y dependiendo de dónde esté situada la conciencia de un individuo cuando crea un sonido, éste lleva información de ese estado al receptor, ya sea una célula o cualquier ser vivo. Por ejemplo, si estamos enojados y creamos un sonido, aunque sea un sonido “agradable”, estaremos trasmitiendo el enojo que se encuentra incorporado en ese sonido y será percibido sutil e inconscientemente por aquellos que lo perciban.
Esto es debido a la intención o al propósito que se halla detrás del sonido. La intención es la conciencia.
La intención es la energía detrás del sonido que ha sido creado.
También se descubrió que los glóbulos rojos de la sangre cuando estaban sujetos a una escala cromática de frecuencias alteraban su color y forma (en este experimento se utilizaron diapasones), y así se observó que la nota LA (440Hz) los cambió a color rosado, la nota DOlos hizo alargados y la nota MI los volvió esféricas. Las células cancerosas se desintegraban entre 400 y 480Hz en las notas LA y SI, por esto se ha llegado a la conclusión de que ciertas vibraciones refuerzan a las células y a los tejidos sanos e inhiben a las células enfermas.
La terapia del sonido se fundamenta en el principio de resonancia o simpatía
La resonancia hace que un objeto o cuerpo que vibra provoque una vibración equivalente en otro; es decir, la vibración de un objeto se iguala a la vibración de otro objeto.
Cada parte del cuerpo, tiene una frecuencia óptima, sana.
La enfermedad, entonces, se debe a que alguna parte de nosotros no está vibrando en armonía consigo misma, con las demás partes o con el entorno.
Esta disonancia o enfermedad puede sanarse con sonido e intención, devolviendo a las partes enfermas su frecuencia sana. Al dirigir el sonido correcto hacia nosotros mismos, o hacia la persona que desea ser curada, podremos regresar a una vibración óptima y normal.
Nuestros pensamientos y emociones negativas adoptan una forma densa, a modo de patrones de energía cristalizada. Esos patrones cristalizados van penetrando gradualmente, hasta que, en última instancia, se manifiestan como la enfermedad en el cuerpo físico. El sonido es capaz de disolver estas cristalizaciones potencialmente dañinas.
Los Chakras están vinculados al cuerpo físico, están alineados en el eje de la columna vertebral y se relacionan con los plexos nerviosos y glándulas endocrinas más importantes. Se consideran vórtices o remolinos de “conciencia y energía”.
Son centros de energía vital y de energía espiritual, directamente conectados con el cerebro. Generan, acumulan, transforman y distribuyen la energía Chi ( ki o prana) y son también las puertas de intercambio entre el ser humano (microcosmos) y el macrocosmos. En muchas personas los chackras suelen estar bloqueados, funcionando a un nivel energético muy bajo.
Estos centros de energía, responden rápidamente a las vibraciones del sonido. Por eso, se utilizan distintos métodos sonoros para trabajar con ellos.
Si comenzamos a aceptarnos, como cuerpos que vibran, con más facilidad podremos comprender nuestra naturaleza esencial y modificar la manera de pensar y de percibir la realidad. Será más fácil expandir la conciencia, calmar la mente, detectar y disolver bloqueos y corazas y curar cualquier enfermedad, armonizando con el medio y con las demás existencias.
Silencio y Sonido, en Armonía: La Música del Universo – Por: Mariano Giacobone